El chico es un pesado, ¿y ahora?
A cualquier mujer le genera inseguridad la primera cita, ¿o no? Conmigo nunca fue diferente. Por supuesto que no soy la única que tuvo una mala cita. Ni la primera. ¡Y mucho menos seré la última!
Pues bien, hoy voy a contar una de las tantas historias de esos encuentros poco felices. Toda mi vida... fui gorda. ¿Habrá sido ése un agravante? ¿Algo que me volvería más insegura con respecto al primer encuentro y a las relaciones en pareja?
¡Por mucho tiempo fue así! Pasé años insegura de mi apariencia, ya que después de todo, esta no era la que la sociedad consideraba como ideal. Entonces, ¿que pensaría él? ¿Podría gustar de mi? ¿Podría pensar que soy bonita? Esos eran tan solo algunos de los interrogantes que pasaban por mi cabeza.
Hoy en día, sin embargo, no es más así. ¿Por qué? ¿Fue porque cambié mi apariencia, porque pude adelgazar? No. Solo me acepté. Y en el momento en que nos aceptamos, pasamos a actuar de otra manera. Y eso se percibe.
A partir de aquel día (el día que comencé a mirarme de una manera diferente) los demás comenzaron a hacer lo mismo. Ya que la belleza está más allá de las formas físicas, ¡se deja ver en la mirada!
Y hoy, ¡aahh! Hoy me siento linda, ¡por encima de cualquier opinión! Hoy me visto como me gusta y aprecio mis curvas. Yo me amo y no espero a que otros lo hagan por mi... y adivinen: ¡ellos me aman también!
Finalmente un día conocí a un chico hermoso: más grande que yo, culto, con el que tendría una charla interesante, ¡y la noche sería más que divertida! Arreglamos que me iba a buscar por casa, me dijo: “espérame guapa”. Me pareció una manera graciosa de hablar, ¿no?
Me puse mi mejor vestido, ¡ése que deja ver mi cuerpazo! Me maquillé con gracia y usé mi perfume favorito. En la hora acordada, me estaba esperando en la puerta: ¡puntos para él! Abrió la puerta del auto, me elogió por cómo lucía y me llevó a uno de los mejores restaurantes de la ciudad.
Y ahí es cuando dice: “Habrán varias mujeres que darían todo para salir conmigo y que se van a morir cuando me vean entrando contigo de la mano”. En ese momento pensé: ”Lo arruinó, me parece mejor huir mientras pueda”. Pero todo bien; ya estaba ahí, me quedaría hasta el final.
Durante toda la cena, él hizo todo para que fuese la mejor cita del mundo. Pidió el mejor plato, la mejor bebida. Pero yo ya no sabía si todo eso era para mi o para las otras también. Habló de todas sus virtudes, de todos los países que visitó y de toda la “suerte” que tenía de estar junto a él. Y fue ahí cuando la que podría haber sido mi mejor cita se volvió una de las más tediosas.
Ya casi en el final, sentí que necesitaba darle una lección. Mandé un mensaje para uno de mis mejores amigos (y más guapo que él) y pedí socorro. Rápidamente me fue a buscar a la puerta del restaurante. Llamé al mozo, pedí la cuenta, pagué mi parte (¡lo que para él fue una tremenda ofensa, ya que quería mostrarse y pagar todo!), me levanté, le agradecí con un beso en la cara y salí de los brazos de mi amigo, por delante de todas sus futuras pretendientes.
Y él se quedo allí sentado, solo y con cara de que no entendió nada.
Y nunca más me volvió a llamar. ¡Qué bueno!
Jéssica Lopes, Brasilera, 22 años.
Bloguer, Youtuber y modelo Plus Size.
Apasionada por moda y los tatuajes.
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