El primer engaño

No nos engañemos, la infidelidad es más compleja de lo que aparenta. Más allá de los deseos momentáneos o conflictos particulares, muchas de sus causas escapan a nuestra consciencia. Según los expertos, estos motivos ocultos tienen su origen en nuestro pasado, en nuestra historia familiar y, en mayor o menor medida, nos afectan a todos.

Sabemos que la manera de relacionarnos con el entorno depende principalmente de cómo ha sido el lazo con nuestros padres durante la infancia. A lo largo de la vida, algo de ese primer vínculo se reproduce, con amigos, con compañeros de trabajo y, por supuesto, con parejas.

Por ejemplo, si durante la niñez nuestra madre criticaba todo lo que hacíamos, como adultas seguiremos oyendo críticas de esa índole, incluso cuando nadie las esté pronunciando; o bien cambiaremos de rol y pasaremos a hacerle a los demás lo que esta feroz madre nos hacía.
 
Pero, ¿cómo se relaciona todo esto con la infidelidad? Muy sencillo: el lazo primordial que se establece con nuestros padres desde que nacemos es, básicamente, un triángulo amoroso.

Los papeles no están del todo claros, y se van modificando constantemente: el hijo ve al padre como un potencial culpable de la separación de su madre, o el padre siente celos de la mimética relación madre-hijo, o la madre no puede soportar ser excluida de las actividades que el padre realiza con el niño…

Sea como fuere, luego de años de esta dinámica, tan retorcida pero a la vez tan esencial para nuestro desarrollo como individuos, no es de extrañar que sigan sucediendo cosas similares, que busquemos involuntariamente la presencia de un tercero en la pareja, a pesar de los problemas que esto pueda acarrear.

¿Piensas que existen más causas de la infidelidad que desconocemos? Si quieres ver cómo las relaciones del pasado afectan el presente, no te pierdas UnREAL, LUNES a las 11 PM MÉX / 10 PM COL / 10:30 PM VEN / 00HS ARG.