LA JUNTADA DE PLATA
Un par de semanas antes del día del maestro comienza la cadena de mails (a veces previa charla en la puerta de la escuela). Una o más mamás re pilas y organizadas convocan a poner plata para comprar un regalo a la seño. En los primeros años de escolaridad, la cadena de mail es una red que recién comienza a funcionar y se carga con la expectativa de primerizas, que responden enseguida con entusiasmo. Sí, mujeres por lo general, mujeres que trabajan y no tienen tiempo para depilarse, pero no piensan resignar la eficiencia maternal de nuestras abuelas que sólo eran madres. Mujeres que son madres como si no trabajaran y trabajan como si no fueran madres, que hacen todo y mucho con amor, entrega, exigencia y pasión. Algún que otro padre contesta los mails, pero la mayoría ni está en la cadena o no pudo contestar porque estaba trabajando. A los hombres se les tiene permitido usar el trabajo de excusa, en cambio la mina que no participa de los mails, las compras y la puerta porque trabaja mucho es, por lo menos, una jodida (sí, son valores que circulan en el jardincito progre musical y ecológico de capital también). Entonces decía que arrancan los mails, comienzan a cruzarse las respuestas, se debate cuánto se pone, se ofrecen vías de juntada de dinero (por cuaderno, puerta, etc), las mamás más expertas bajan línea, se decide quién compra y qué. A algunas no les llegan los mails, se quejan y se vuelve a armar la cadena, y otras que tienen 3 ó 6 hijos y ya pasaron por esto 3 ó 6 veces ya no responden porque no les da la cabeza y esperan que se decida para llevar el dinero exacto al lugar correcto. Y otras ven pasar los mails en la vorágine de la vida, no terminan de entender la consigna, se olvidan y a esas… “hay que perseguirlas” para cobrar.
En los primeros años, como les decía, todo es entusiasmo y participación, tanto para aceptar como para rechazar, para opinar y fundamentar. A medida que pasa el tiempo la cadena de mails se va llenando de “ok”, “dale”, “buenísimo, gracias” y me dicen que para sexto grado ya son dos señoras hablando solas. Pero básicamente, por participación espontánea o por forceps, plata ponen TODOS y el regalo se compra. El viernes posteé sobre este tema en Facebook y vi respuestas y relatos de mamás que se quejan de las yeguas que no quieren poner y mamás hartas de la grupalidad forzada que quieren regalar solas por una vez. Maestras que quieren regalos mejores y maestras que dicen que una cartita es el mejor regalo. Lo vi en el face, lo veo en toda la escuela y las escuelas de mis conocidas, en relatos que se cruzan y se repiten con características similares.
Y por lo que me cuentan, a medida que pasan los años las pocas que quedan con pilas para ocuparse de esto se terminan quejando de que nadie responde los mails y la gente no quiere participar. Y a mi se me llena el culo de preguntas, como dicen por ahí. Y como mi culo es enorme me entran un montón. ¿y si no quieren participar? ¿hay que obligarlos? ¿hay que pedirles explicaciones? ¿es obligatorio comprar un regalo entre todos? ¿cuántos regalos por año se hacen a un maestro? ¿día del maestro, cumple, fin de año? ¿no es mucho? ¿a todos les regalan cosas los destinatarios de su trabajo cotidiano? ¿y si mi hijo le quiere regalar algo personal y especial a un maestro que le cambió la vida? ¿y si una familia no quiere regalarle a un maestro con el que tuvo una mala experiencia? ¿hay que justificar cualquiera de las dos opciones en el tribunal de los mails? ¿y si alguien se colgó y no puso?
En todas las escuelas, en todos los barrios, en todas las realidades, con todos los maestros. Una vida organizada vaya uno a saber por quién, con respuestas estandarizadas, con casilleros a llenar. Cuando escolarizás a tu hijo, sabés que tu familia va a tener que entrar en el molde y adaptarse a las estructuras del colegio que eligió, con horarios, reglas, eventos y actividades en las que hay que cumplir. Pero al menos yo jamás pensé que también iba a tener que amoldarme a rituales y estructuras creadas por padres o madres de generaciones anteriores, formatos que como postas se fueron pasando año a año y uno debe cumplir sin preguntarse demasiado.
Quizás porque participé de experiencias comunitarias y sociales de forma voluntaria durante muchos años, porque milité en los ´90 y creí y aposté (sigo creyendo) a la construcción colectiva, me hace tanto ruido que se juzgue la “participación” o la copadez de una persona en relación a la compra de un regalo. No sabía que la escuela y la billetera iban a ser mis espacios de participación social.
Pero lo que más me preocupa no es el quilombo que se arme entre las mamis, sino cómo esta sociedad (que nosotros hacemos cada día con nuestras propias manos y nuestras actitudes), con sus casilleros y sus respuestas estandarizadas para todo, terminan reprimiendo la circulación del amor y la espontaneidad, la manifestación personal de los sentimientos, las respuestas únicas y diferentes. Será muy linda la camisa y el jean de Wanama que salieron 1500 pesos, pero me pregunto si debajo de ese paquete no se aplasta la posibilidad de pensar en ese maestro en particular, como familia, saliéndose de la practicidad de la compra, de la oferta y el monto, pensando en esa persona, en regalarle algo que nosotros somos o sabemos hacer o algo que nos imaginamos para él, es un ejercicio que no hice nunca y quizás… si, me dicen, con 60 pesos no compras una taza, ¡pero sí compras música por ejemplo, que es el mejor regalo del mundo para mí! ¿Y si se juntaran de a dos o de a tres? A mi, con tanta organización exterior, el día del maestro se me pasa por delante sin reflexión. No hay dibujito ni cartita, no hay nada. Hay mails, hay adultos, hay precios. Los chicos nada.
No digo que no pondría plata en un grupo, quizás si, quizás un año si y otro no, pero pienso si hay opción, y si la manera correcta de arrancar no es “¿che, da para que juntemos guita, quien se prende?” y que cada año y cada grupo tengan una forma distinta de responder según sus sentimientos, sus billeteras, sus realidades. Si todos los grupos de todos los años de todas las escuelas resuelven del mismo modo, será que se están anulando las particularidades. Y eso no está bueno.
Es interesante la idea de la compra comunitaria, pero ¿Esta será la única manera de hacerla? Anoche tuve una fantasía divertida, esas que tenés medio despierto y medio dormido. Al estilo de la película “Un día sin mexicanos”, me imagine una que se llame “Un día sin mamis”.
La película se trata de un grupo de papás resolviendo la compra del regalo del día del maestro. Arranca con el papá de Bauti mandando un mail que quedó con el subject de una cadena anterior (Re: “BUZO AZUL PERDIDO”) que dice “voy a juntar plata para el día del maestro, el que se prende me busca en la puerta”. Luego los que se acuerdan, los que tienen justo plata en ese momento y los que lo ven se van acercando a él y a medida que ponen la plata ajustan el monto, cuando el papá de Martina dice dice “uh tengo 40” el papá de Bauti se lo agarra y lo meter en el mismo bolsillo en que puso toda la plata sin anotar quien puso y quien no, y llegado el día van con el papá de Thiago a un negocio y ponen arriba del mostrador los billetes arrugados y dicen, como dos niños a la búsqueda de caramelos, “para qué me alcanza?” Eligen el más lindo regalo dentro de las posibilidades del dinero y le hacen una tarjeta que dice “PARA MARIA” sin remitente. Fin.
No digo que esta sea la forma correcta de hacerlo ni la forma en que los papás lo harían, pero en mi fantasía ellos se permiten no ser tan eficientes ni tan estrictos en la vida personal, cuando en lo laboral no se les escapa un detalle. Son los que dicen “dejalo pasar, gorda”, “no digas nada”, “ya fue” o “no me di cuenta, ¿qué pasó?”, porque tienen escucha selectiva anti bardo y básicamente asumen que no tienen tiempo y por eso no hacen cosas que les cuesten un esfuerzo sobrehumano que después tengan que reprochar.
En fin, no estoy en contra de las compras comunitarias, amo lo comunitario todo, solo estoy en contra de pensar que hay UNA manera de hacer las cosas y que esa sea la misma para todas y en todas partes. Y estoy en contra de dar por sentados rituales de papis y mamis, cuando lo único que debe dar por sentado una familia cuando inscribe a su hijo en una escuela, es la escuela misma y sus reglas. El resto, señores… el resto de la crianza y de la vida es, fue y será LIBERTAD.
Dejemos un hueco para respirar y pensar, no pongamos piloto automático para pasar por todos los lugares señalados.
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