La prueba
A lo largo de la historia, las mujeres han utilizado pruebas de embarazo de lo más variadas y curiosas. Recorrer kilómetros y kilómetros en busca de una anciana sacerdotisa que todo lo sabe, orinar en un frasco con aceite o sobre una cebolla, colocar dientes de ajo debajo de la almohada…
Afortunadamente, hoy en día no hace falta recurrir a ninguno de los ingredientes de la cena ni atravesar largas distancias. Es solo cuestión de encontrar la farmacia más cercana y adquirir el amado y temido test de embarazo.
Y en solo 3 minutos obtienes la respuesta. Suena sencillo, ¿verdad? Pero, si te has hecho un test de embarazo (o varios), sabes bien que no es tan simple como parece. En esos pocos minutos, ¡pueden pasar muchas cosas!
Lo primero que sucede desafía las leyes de la física: el tiempo se estira, casi que se detiene, y esos 180 segundos parecen transformarse en 180 horas. ¡Es sorprendente la cantidad de veces que podemos chequear el reloj en tan poco tiempo!
Los nervios son inevitables, y quizás vengan acompañados de temor: “¿Lo habré hecho bien?”. Las instrucciones de uso del test serán leídas y releídas, su puntuación y sintaxis serán analizadas minuciosamente, como si se tratara de un valioso documento.
Una vez terminada esta lectura, tendrás tiempo de cepillarte los dientes, de probar un nuevo peinado, de entretenerte con ese adictivo juego del teléfono celular… Todo, mientras te contienes con todas tus fuerzas de mirar el test de embarazo antes de tiempo.
No sería raro que, después de esa infinita espera, ¡no te atrevas a ver el resultado! En ese caso, es bueno estar acompañada de alguien que lo haga por ti: tu pareja (a menos que él esté más nervioso que tú) o una amiga (harías lo mismo por ella, ¿no es cierto?).
¿Se te ocurren otras maneras de pasar el tiempo durante esos eternos minutos? Si quieres ver cómo un grupo de amigas atraviesa este y otros singulares momentos de la vida, no dejes de ver Pequeñas Grandes Mujeres, LUNES a las 10PM MEX / 8PM COL / 8:30VEN / 22HS ARG.