Las futboleras
Cuando éramos niñas nos dejaron muy en claro que nos debían gustar las muñecas, las flores y las princesas, y que nos teníamos que mantener alejadas de las cosas de niños: los autos, los superhéroes y, por supuesto, el fútbol.
La pequeña que juega a la pelota con sus compañeros suele ser considerada poco femenina, (¡un bicho raro!), debe soportar la discriminación de las otras niñas y las críticas de su madre y de las maestras de la escuela.
En la vida adulta, el rechazo a las mujeres que les gusta el fútbol no viene de otras mujeres sino de muchos hombres, con los que comparten la pasión, quienes las consideran una invasión a su territorio.
Los tradicionales futboleros utilizan diversas tácticas para defenderse de nosotras, las “invasoras”: ignorar o burlarse de nuestros comentarios futbolísticos (por más inteligentes que sean), enviarnos a la cocina a buscar más cerveza en los momentos clave del partido, pedirnos que vayamos a otro ambiente de la casa (¡por cábala!), o simplemente organizar encuentros para ver los partidos solo entre hombres.
Terminado el partido, durante la conversación posterior, la discriminación continúa: creen que sólo estuvimos prestando atención a los tonificados cuerpos de los jugadores más atractivos (una cosa no quita la otra), o desprecian nuestro análisis con el pretexto de que no comprendemos la ley del “off side” (que, curiosamente, les resulta imposible explicar con claridad).
Afortunadamente, esto está cambiando, y es gracias a las amantes del fútbol que no se pierden un solo partido de su equipo (del cual saben más que cualquier periodista deportivo), van a la cancha cada semana y gritan los goles más fuerte que nadie.
¿Por qué crees que es tan difícil aceptar que a las mujeres también nos puede gustar el fútbol? Si eres una amante de este deporte (o deseas una buena excusa para relajarte durante dos horas frente a la pantalla del televisor) no te pierdas la Final de la Copa América.