“Si hubiera espinas” y los secretos envenenados de los Dollanganger
¿Crees que es posible sostener un secreto a través de varias generaciones? No te pierdas el especial “Flores en el ático - la saga completa”, los sábados a las 10PM MEX-VEN / 9PM COL / 23HS ARG
El supuesto de que el tiempo todo lo cura, claramente no se cumple en el caso de los Dollanganger. Para estos retorcidos personajes, los años no hicieron más que complicar las cosas. “Si hubiera espinas”, la tercera entrega de la saga, lo comprueba a la perfección.
Hermanos que son amantes, hijos que desconocen su origen, escenas incestuosas, mentiras y violencia por doquier continúan afirmando nuestra hipótesis: en esa familia, todos están completamente locos.
Pero, pensándolo bien, ¿existe alguna familia normal? Con esta premisa, nos relajamos, nos dejamos llevar y disfrutamos la trama que, minuto a minuto, se enreda y se contorsiona de las formas más alocadas.
En esta ocasión, la historia se centra en el hijo menor de Cathy, Bart. Cathy convive felizmente con sus dos hijos y su actual pareja, nada más ni nada menos que Christopher. Al verlos habitar un ambiente cotidiano, un hogar donde, en palabras de Chris, tienen una política de “no secretos”, no podemos evitar sospechar que algo saldrá mal.
Y nuestras sospechas ganan fuerza cuando Corrine regresa al relato en la forma de una misteriosa vecina que, cual bruja de un cuento de hadas, se muda a una casa abandonada cercana. Está acompañada por su siniestro mayordomo, viste de viuda y lleva un velo cubriéndole el rostro, que no consigue en absoluto ocultar la locura en su mirada.
El pequeño Bart será atraído al ojo del huracán, revelándonos una poderosa verdad: nadie puede escapar de su historia familiar, de la trama que lo precede, aunque la desconozca por completo. Las mentiras y los secretos se manifestarán, tarde o temprano, de maneras totalmente inesperadas.